La Placenta
La placenta es un órgano fundamental en el embrazo ya que es la responsable de mantener la vitalidad del bebé. Le suministra nutrientes, hormonas y oxígeno y elimina los deshechos que produce el bebe.
La placenta comienza a formarse a partir de la segunda semana de embarazo. Su nombre proviene del latín y significa “torta plana”, refiriéndose a su apariencia. Es el único órgano temporal del cuerpo humano, crece durante la gestación y es expulsada tras el parto, ésta etapa se conoce como alumbramiento.
Hacia el final del embarazo mide alrededor de 25 cm de diámetro, tiene un grosor de 2,5 cm y pesa alrededor de 500grs.
Se aloja en la cara interna del útero y está en contacto directo con la sangre de la madre. Por aquí recibe todos los nutrientes que transporta la sangre de la madre.
Pero ¿cómo los recibe el bebé? A través del cordón umbilical que une al bebé con la placenta.
El cordón umbilical es un conducto vascular por donde circulan los nutrientes y el oxígeno desde la placenta hasta el bebé, y por donde retornan los deshechos y dióxido de carbono desde el bebé a la placenta. Y lo más impresionante es que la sangre del bebé y la de la mamá no se mezclan!
Funciones de la Placenta
La placenta es un órgano casi perfecto por la cantidad de funciones que realiza durante el embarazo:
- Facilita la circulación de oxígeno, aminoácidos, grasas y glucosa entre la madre y el bebé.
- Elimina los deshechos del bebé y purifica su sangre.
- Genera hormonas que transforman el metabolismo de la madre para asegurar el correcto desarrollo del embarazo.
- Consigue que el sistema inmunitario de la madre no considere al feto como ‘un intruso’ al que hay que eliminar.
- Hace de barrera para frenar sustancias nocivas para el bebé, como los virus, parásitos o bacterias. Aunque en esto último no es perfecta: hay otras sustancias que consiguen atravesar la placenta, como es el caso de las drogas, el tabaco, la cafeína o el alcohol. O enfermedades como la toxoplasmosis.
- Ofrecen protección física: junto con la bolsa de líquido amniótico, ofrecen al bebé un lugar acogedor y seguro, con una temperatura constante y protección ante golpes externos o cambios bruscos de temperatura.